CARTA A UN AMIGO Querido amigo D. José (Pepito para los amigos): Hace ya un mes que Vd. se fue, y como no me ha mandado noticias desde entonces, voy a recordarle con mi carta, que hay que ser cumplido con los amigos. Yo siempre lo traté de Vd. y aún ahora creo que debo seguir haciéndolo, pues según la educación que he recibido, para mí es de más confianza. ¿Se acuerda cuando nos conocimos hace ya la tira de años –creo que fue en el 74 a mi regreso de Roma-? ¡Qué jóvenes y guapos éramos en aquel entonces! En aquellos tiempos los HH. vivíamos en la casa vieja –mal llamada chalet- y en la que entraba el aire por todas las enormes rendijas de las no menos viejísimas ventanas. ¿Se acuerda de los largos ratos que pasamos junto con el llorado Pedro Perles, y que a veces sólo les faltó decir: "HH. prepáranos la habitación que hoy dormimos aquí"? El problema hubiera sido tener una habitación libre y presentable, a pesar de que ninguno de los dos eran exigentes. ¡Qué buenos ratos pasábamos con los HH. Juan Apolinar, Julio Ramos, José Luis Trullén, Lucas –que era el Director- y tantos otros!. ¿Se acuerda de las discusiones con Pedro sobre sus cosas y en las que era siempre el primero?. Yo sí me he acordado de José Carrasco y la prueba es que, habiendo pasado solamente unos meses –de enero a junio del 74-, no lo he olvidado y en cuanto volví a Denia en el 96, me faltó tiempo para ponerme en contacto con los dos decanos de la Familia Marista, Pepe y Pedro. Mi primera estancia en Denia, fue por tanto muy corta y fugaz, no obstante si me quedaron en la memoria la frecuencia y duración de sus estancias en medio del que era su colegio. A mi vuelta, en el 96 al regreso de Africa, me apresuré a ponerme en contacto con los dos preclaros Maristas de Denia, y Afiliados al Instituto, José Carrasco y Pedro Perles. De inmediato volvimos a conectar y las sabrosas charlas que he podido tener en mi despacho con Vd., las recuerdo como si fueran ahora. Cuanto hemos hablado de los AA.AA. y recuerdo la pena, pero al mismo tiempo la alegría con la que me dijo en más de una ocasión "Hermano Gallo, ya no quedamos nada más que dos. Vamos a ver a quien llama el primero al de arriba". ¡Qué enamorado lo veía de su Denia a la que llevaba en el corazón y por la que tanto trabajó!. Cuando me hablaba del Castillo, del Museo, etc. Etc. Yo lo veía como trastornado. Recuerdo su forma característica de reír cuando en nuestra conversación salían cosas que le producían hilaridad, y yo le he visto reír y bien a gusto de muchas cosas. En esas charlas –algunas muy largas-, me descubrió el corazón y me lo abrió de par en par, y puedo decirle ahora que ya no hiere su humildad, que en un corazón limpio, de un hombre que ha vivido mucho, ha sufrido mucho y ha rezado mucho. Dos veces fui invitado el día de San José, a celebrar su fiesta en medio de la familia. Vd. bien sabe que no he ido a ninguna casa, ni aceptado ninguna invitación pero a la suya creí que era un deber para con el amigo. Lo pasé muy bien y espero que cuando me llegue la hora y nos volvamos a encontrar, lo vamos a celebrar por todo lo alto. Cuando la Comunidad Marista lo invitó a formar parte de la Fraternidad Marista vino a darme las gracias, y aunque no se creía digno, si trataría de serlo. ¡Poco intervenía, pero acertadas eran sus reflexiones!. En su calidad de "Afiliado al Instituto Marista", era con todo derecho un Hermano a parte entera. Me da ahora pena, pues me doy cuenta que nunca le pregunté, qué era para Vd. el ser Afiliado Marista. Ahora que ya se ha encontrado con todos los amigos, sí me gustaría saber como le ha recibido Marcelino Champagnat, nuestro común Fundador. Guardo en mi mente su imagen, la del abuelo paciente que viene a buscar a los nietos a la salida del colegio, siempre correcto, sonriente y respetado por todos. En el funeral, amigo D. José, creo que no faltó nada: La Familia estaba allí al completo, los amigos que le queríamos, estábamos allí: yo lo siento mucho, pues su claro enfoque de las cosas, me falta ahora. Creo que faltó un algo oficial en honor suyo, que tanto tiempo y tan intensamente trabajó por su Denia querida. Trabajo realizado a la sombra y como la hormiguita. Con Vd. se ha ido una parte importante de la historia de Denia. Como Vd. era tan humilde –las tres violetas Maristas-, no se quejó. Amigo D. José, descanse en paz después de tantos años de trabajo, y a buen seguro que ahora ya no tiene que ir de casa a Las Rotas para pasar a máquina sus cosas, pues en el cielo estoy seguro que tendrá un hermoso ordenador de última generación y una secretaria que le haga los trabajos. Un fuerte abrazo amigo: Fco. Javier Gallo Armiño Hermano Marista. |
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